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lunes, 21 de abril de 2008

Lo que sigue es la entrevista "que supimos conseguir". Y en este sencillo acto, agradezco a mis compañeros "talleristas" que me ayudaron a mejorar mi trabajo...

Entrevista: Este trabajo fue pensado para ser publicado en una revista del tipo “Hecho en Buenos Aires”, destinado a lectores interesados en el arte pero también en proyectos alternativos y sociales.

Ediciones cartoneras: Literatura, cartón y color.

Llego al barrio de La Boca para hacer una entrevista y me reciben con una sonrisa, un beso y mucha calidez. Me sorprendo. “Claro”, me digo después de que ese pensamiento me pasa por la cabeza. Es que de eso está hecho Eloisa Cartonera: una mezcla de sensibilidad, cartón, color y palabras. En su página web ellos se definen como “la editorial más colorinche del mundo”, y creo que tienen razón. Funcionan en una cartonería de la calle Brandsen al 600 que tiene nombre y todo: No hay cuchillo sin rosas. Están muy orgullosos de formar parte del paisaje de este barrio, a pasitos de La Bombonera. Allí editan obras de autores de una riqueza y variedad que reíte de los grandes monstruos editoriales del mundo: Walsh, Piglia, Fabián Casas, Sergio Parra de Chile, Dani Umpi de Uruguay, y siguen las firmas.

Ni bien llego me siento en un banquito de madera, entre Miriam (más conocida como la Osa) y Alejandro, dos de los cinco integrantes actuales de la cooperativa. La Osa es una chaqueña afincada en Florencio Varela, tiene 23 años y está casada con Martín. Con él recorrían las calles de La Boca juntando cartones, pasaban siempre por la puerta del local de Brandsen 647 y Miriam tenía mucha curiosidad por saber qué había detrás de esa vidriera con un cartel de colores que decía Eloisa Cartonera. Hasta que un día pararon con la pueril excusa de pedir permiso para pasar al baño y así entraron al lugar. Después de una breve charla con María, una de las integrantes que lleva más tiempo en el proyecto, Miriam, la Osa pura sonrisa y ternura, fue invitada a quedarse a pintar. Tardó cinco meses en decidirse ya que, confiesa, le daba pena dejar su carro. Ahora hace ocho que se decidió a aceptar la invitación. Ya es la estrella del lugar.

Alejandro es un chileno procedente de la Quinta Región, tiene 29 años y llegó a la Argentina para estudiar cine ya que aquí “hay más facilidades”. Se refiere a la universidad pública y gratuita, que no es el caso en Chile. Como parece ser la impronta del lugar, Alejandro no se queda atrás y, al igual que su compañera, también él hace alarde de una amplia sonrisa y un trato afable con los visitantes. Aunque este estudiante de la UBA se autodefine como tímido, yo bromeo y lo contradigo con el argumento de que tanto él como la Osa son los mejores representantes de relaciones públicas que pudiese tener una editorial, ya que ambos manifiestan que suelen “arriar gringos” que pasean por las inmediaciones a fin de venderles alguna de las joyas del catálogo.

Mientras ellos escuchan música, cortan letras de cartón y pintan con sus témperas y pinceles en una mesa que hay en la vereda, charlamos para la entrevista:

Alejandro, ¿cuánto hace que estás en Eloisa Cartonera y cómo llegaste?

Llegué hace un mes y estoy hace un mes trabajando. El proyecto lo conozco hace unos tres o cuatro años. Estaba leyendo una revista en mi país y salió un recuadrito, que hablaba sobre una…una rareza, como una locura linda que se daba en Argentina, decía que se hacían libros de cartón con tapas pintadas y dije: “uy, qué lindo”. Y después me volví a topar otras veces con el nombre, y ahí me interesé. Hace un año vine como turista a Buenos Aires, bueno, obviamente tenía que conocer el barrio de La Boca, iba a venir a Eloisa pero como parte de una visita, como ver la Bombonera, como ver Caminito. Vine acá y estuve diez minutos porque andaba con otra gente que no estaba muy interesada en esto Aparte que no me dieron mucha bola. Me gustó, pero era distinto de cómo yo pensaba que era. Pensaba que era más concurrido y más artístico. Me encontré que había tres niñas con cumbia a todo lo que daba y me descolocó pero no es que me desagradara. Me di cuenta que era más sencillo de lo que pensaba. Hace un mes llegué a Buenos Aires para instalarme, estaba parando acá en Barracas. Como no conocía a nadie, entonces decía, “voy a ir a La Boca, que es tan lindo, se puede caminar, y de paso voy a Eloisa y les compro libros”. Las cosas habían cambiado, estaba esta señorita (se refiere a la Osa), la señorita me agarró y me dijo: “-Sentate, pintate una tapa” y ahí me quedé.

Ni bien tuviste conocimiento de Eloisa Cartonera, ¿qué fue lo que te atrajo?

Que les compraran el cartón a los cartoneros y que fueran las tapas de cartón pintadas a mano.

¿Conocías experiencias similares en Chile?

Sí, pero nacieron inspiradas por Eloisa. De hecho cuando yo vaya a Chile la voy a ir a conocer, a intercambiar libros, va a estar buenísimo. Antes de venir a Argentina sabía que estaban en Santiago. Y esto pasa en muchos lugares de Latinoamérica, en Chile se llama Animita Cartonera.

De todas las posibilidades de trabajo en Buenos Aires, ¿por qué elegiste trabajar acá?

No, no lo elegí. No tuve que elegir entre ser pizzero y Eloisa. Fue la primera oportunidad que alguien me ofreció.

Y te pareció inmejorable…

Si, tal vez no se gana mucha plata. Y… esto no es un trabajo, o sea yo lo tomo muy en serio, pero no es un trabajo (la Osa acota: “es una diversión”), nos divertimos mucho. A veces nos pasa el día acá y no nos damos cuenta.

De acuerdo a lo vivido en el proyecto hasta ahora, ¿cuál es tu definición de Eloisa Cartonera?

Desde el punto de vista humano, a pesar que nos conocemos hace poco, tratamos de llevar un entorno (hace un silencio para tratar de buscar la palabra adecuada y finalmente la encuentra) amistoso…, somos una pequeña familia. Desde el punto de vista de la organización económica somos una cooperativa. Y desde un punto de vista básico somos trabajadores. Mucha gente nos trata como si fuéramos artistas, ven en esto algo como muy glamoroso y vienen acá con muchas expectativas. Pero nosotros les decimos que básicamente somos trabajadores que realizamos una tarea creativa que tiene un fin último de difusión cultural.

Vos mencionaste las expectativas, ¿qué diferencia notás entre tus expectativas previas y la vivencia de formar parte de Eloisa Cartonera?

No quiero que quede como una decepción, al contrario, pero me cambió la imagen que tenía porque al contrario, la imagen que yo tenía era un poco intimidante, era algo para venir y ver. Yo no pensé que me iban a invitar a pintar, o que me podían integrar así tan fácil.

Como dice el tango: “de chiquilín te miraba de afuera como a esas cosas que nunca se alcanzan…”(Alejandro, el muchacho trasandino, termina la frase conmigo haciendo alarde de su conocimiento de las cosas de Buenos Aires) ¿La ñata contra el vidrio te parecía?

Es que ni siquiera me lo imaginaba porque en la página (se refiere al sitio web de Eloisa Cartonera) se veía como un mesón grande y lleno de gente, entonces… por un lado diseñadores y cartoneros, y yo no era ni lo uno ni lo otro. Decía aparte ser extranjero y llegar…no me hubiera imaginado nunca que la integración podía ser así de fácil: “Hola, cásate conmigo” (risas).

Hablábamos antes de una definición y en la página web de Eloisa Cartonera se habla de “un proyecto artístico y social”, ¿estás de acuerdo con eso?

Sí eso también tenemos que salir a aclararlo siempre. Claro que tenemos un costado social porque no somos una empresa con fines de lucro ni nada de eso, el lucro que tenemos primero sacamos para los gastos y lo que queda para nosotros. Y la página web está desactualizada porque al principio a los cartoneros se los invitaba a participar y a pintar las tapas, eso se está retomando ahora con Miguel (Miguel es un cartonero que se incorporó en los últimos días) y la Osa. En esa época había más de esa participación y después se fue perdiendo. Estaba lleno de cartoneros y artistas, desde ese punto de vista se podía tomar como un proyecto artístico y social. Pero a veces llega gente acá que piensa que somos una especie de beneficencia o algo así. Nosotros tenemos un fin social pero no somos los salvadores de nada. Nuestros parámetros son muy humildes. Pero sí se da lo social en que nosotros les compramos el cartón a los cartoneros a un precio más alto que lo que se lo pagan los depósitos. Y está bien en el fondo rescatar a ellos de la calle (Alejandro habla de Miguel y la Osa), que se dediquen a esto está bien. Y acá siempre está lleno de cartoneros.

¿Cómo era tu relación con la literatura y con el libro-objeto y cómo es ahora?

Le asigno mucho valor a eso. Entre comprarme ropa y comprarme libros, prefiero los libros. En Chile me compraba libros usados por montones. El ritmo de compra era infinitamente superior al ritmo de lectura, era como un fetiche. Ahora ya no tanto. Ahora estoy rodeado de libros y estoy tratando sistemáticamente de leerme todo el catálogo porque como tengo que hablar sobre los libros me siento un poco mal de hablando de los que no he leído. Los que más vendo son los que leí porque hablo con más conocimiento de causa. Además, parte del costado social del que hablábamos también radica en que por ejemplo la Osa a veces le recomienda los libros a la gente y eso está bien.

Alejandro menciona a la Osa, y ella está ahí, se sale de la vaina por participar, le gustan los micrófonos, es que la notoriedad que le ha dado Eloisa Cartonera le cae muy bien:

¿Y vos Miriam, leías antes de estar acá?

No, ni a palos. Nunca leía, ni me importaba, todos los libros que agarraba los vendía, para mi eran papel nada más. Ahora leo, me sé todos los libros, es relindo.

¿Cuáles son los próximos pasos de Eloisa, qué tienen planeado Alejandro?

No sé, nosotros vivimos tan al día. Pero una cosa que está saliendo ahora es que vamos a comprar un terreno. Y tratar de que Eloisa funcione en otro lugar, y si es posible que funcione en los dos, en éste y en otro en provincia. Hacer un taller con una huerta y empezar a generar otras cosas.

¿Qué te gustaría que suceda, cómo te imaginás el futuro de Eloisa Cartonera?

Me gustarían cosas bien concretas, bien prácticas. Me gustaría que adquiriéramos un poco más de independencia económica no solamente para solventar los gastos y que nos pagara a nosotros sino para poder editar más cosas. No sólo por la plata que ganaríamos sino para que el proyecto crezca. Nos gustaría editar más literatura infantil, más literatura política, pero no podemos. Tener mayores recursos para agrandar el catálogo para que no sea solamente vender y reponer lo que ya tenemos, como si fuese un supermercado. También que tuviéramos algo propio. Bueno, vamos a tener el terreno seguramente pronto. Pero me gustaría que tuviéramos algo propio acá, y que hubiese muchas Eloisa en la ciudad.

Y casi a dúo, tanto Alejandro como la Osa, con experiencias de vida y contextos tan distintos, coinciden:

Miriam: Viajar por todo el mundo con Eloisa.

Alejandro: Eso también me agradaría a mí, muchas veces lo he pensado. Ya fuimos al Chaco y ahora nos invitaron a ir a Rosario y a Corrientes. A Rosario vamos a ir a un encuentro de cooperativas. Nos gustaría que en todas partes la gente quiera tener sus libros cartoneros.

El grabador se apaga pero la charla sigue, más relajada. Me quedo un rato con los chicos hablando de la vida y sacando fotos. Y no me voy sin antes elegir, con el consejo nada objetivo de mis dos anfitriones, alguna de las obras con contenido literario y alma de témpera y cartón.

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